26 de abril de 2013

Te vas a enamorar otra vez. Vas a encontrar canciones que hablen de los dos. Vas a viajar en colectivo, sentada en el asiento de al lado de la ventanilla, pensando en el. Vas a llorar en silencio. Vas a agregar a  tus gustos cosas que le gustan a el. Lo vas a mirar sin que te devuelva la mirada, lo vas a mirar y esperar a que te mire y sonreir. Vas a decirle que tenés un montón de cosas para contarle. Vas a sentir que nadie importa excepto el. Vas a sentir que nadie jamás te va a entender tanto. Vas a contarle cosas que nunca le habías contado a nadie. Vas a esperar sus mensajes. Vas a contar las horas para verlo como los presos cuentan los días para salir de la cárcel. Vas a llorar a los gritos. Vas a sentir que te arrancan el corazón igual que un ladrón roba una cartera y se va corriendo. Ahí está, lo ves correr, se va con eso que es tuyo, eso que te pertenece y vos estás ahí, parado, sin hacer nada. Vas a sentir un vacío. Vas a querer desaparecer. Vas a querer volver el tiempo atrás. Vas a necesitar. Te vas a enamorar otra vez.

18 de febrero de 2013

Como si alguien te arrancara el corazón con una mano, lo estrujara hasta sacarle la última gota de sangre y después lo colgara con dos broches en la soga de la terraza, justo entre las medias y las bombachas. Como si hubiera un corte de luz en tu cuerpo, toda la energía que lo recorre se apagara y no encontraras los fósforos para prender las velas. Como si alguien te estuviera susurrando al oído las 24 horas argumentos que usarías en una pelea que no vas a tener nunca. Como si a tu alma la atropellara un subte en hora pico lleno de gente transpirada que vuelve del trabajo agotada por no tener el coraje para renunciar. Como si un grupito de nenes de una escuela primaria usara tu cerebro para jugar con los instrumentos del laboratorio en una clase de ciencias naturales. Como si alguien hubiese estado jugando a la segunda guerra mundial en el medio de tu pecho.
Así se siente.

13 de enero de 2013


"Como una herida en el corazón que no me duele" dice una canción de una banda que no escucho. Es que todas las canciones hablan de vos, de mi, de nosotros. Después del play estás ahí. Y estás en todos lados. En la ropa, en las calles, en los bares, en los shoppings, en los barrios, en las comidas, en los gestos. Y ahora no sé qué hacer con todas esas escenas que vivimos, esas palabras que me dijiste. Tus caras, los besos, los abrazos, las risas, los bailes a oscuras que me hacían pensar que aunque desaparecieran todas las personas del mundo en ese instante y nos quedáramos solos, todo iba a estar bien igual. Estás en el vaso en el que tomo el desayuno, en las caras frente al espejo, en los caramelos, en las salsas que acompañan lo que cocino, en los almohadones en los que apoyo la cabeza para dormir. Y debe ser ahí donde te metés en mi cabeza y aparecés en los sueños, en los sueños en donde mi cabeza inventa lo que nunca pasó, lo que debería haber pasado y lo que nunca va a pasar. Donde mi cabeza inventa lo que quiere sin saber que cuando me despierte todo va a seguir igual. Y después lo oscuro. Un celular que no vibra, una sonrisa que desaparece, una lágrima que se mezcla con el agua de la ducha, dos lágrimas, tres, ocho. Pero es la incertidumbre lo que aparece antes de esos sueños en los que vos estás, es el no saber en qué estás pensando, como si mi mayor deseo fuera entrar en tu cabeza y ver qué soñás vos. Como si buscara una señal, como si quisiera que vos me mandaras una señal, que me digas qué hacer. Hasta las frases más clichés ahora tienen sentido, "la persona por la que estás llorando es la única que puede consolarte" y otras mierdas que suele decir la gente hasta que te identifican. Y termina la canción y empieza otra y otra vez lo mismo, no te puedo despegar de las cosas. Pero el tiempo pasa, pasan los mensajes de otras personas, las tardes en otras calles y otros bares, las cervezas, hasta que un día aparecés, de la nada. Porque en realidad nunca te fuiste, seguís ahí en algún lugar de mi cabeza, esperando con ansias protagonizar otro sueño. Pero al fin y al cabo, como me dijo una persona muy sabia, "todo está bien porque llorar en todos los rincones de tu casa escuchando música triste también es vivir". 
El agua se junta en los ojos hasta que no tiene más lugar y parpadeás. Y esa sensación que recorre el pecho desde la panza hasta la garganta, la puntada, el nudo y la presión abajo de los ojos desaparecen y cae una lágrima, la boca se tuerce, se hace más difícil respirar.
El agua se desliza por la mejilla, primero lentamente hasta llegar a la boca donde puede frenar o seguir cayendo, ahora con más velocidad, por el mentón hasta llegar al precipicio y lanzarse al vacío. Se repite una, dos, cuatro, diez veces.

13 de julio de 2012

Si fuera un cliché de película me gustaría ser el de ir corriendo a la terminal de micros, subirme a uno justo antes de que salga y pedirle a alguien que se quede porque me di cuenta de que es el amor de mi vida.

6 de julio de 2012

Pero es la espuma del café que forma un bigote arriba de tu boca mientras simulo que escucho lo que decís. En realidad escucho lo que quiero, me invento un relato que me guste a mi porque no quiero que nada arruine la imagen que tengo de vos. Y así, mientras te idealizo, tus defectos pasan por mi mente cual canciones por la radio de alguien que no está escuchando, como una señora que lava los platos y piensa en lo mucho que crecieron sus hijos.
Es todo tan infantil que lo escribiría en mi diario íntimo si tuviera, que me pondría roja de la vergüenza si alguien te nombrara, que dibujaría corazones en una hoja y combinaría tu apellido con el mio para ver si quedan bien.

2 de julio de 2012


Una hoja en blanco con un cursor titilando. Un celular que no vibra, ni suena, ni hace luces. Una página que no carga. Un mensaje que aparece como leído a las 23.47. Un puntito verde, de conectado, que desaparece. Un mail sin respuesta. 8 mails sin respuesta.
Una duda, chiquita, que empieza a crecer. Una duda enorme que ocupa toda la habitación, explota en pedacitos que vuelan por el aire hasta caer al piso y cada vez que un pedacito cae hace un ruido diferente. Ruido a granizo golpeando en un techo de chapa. Ruido a televisor cuando no hay cable. Ruido a fósforo que no enciende. Ruido a disparo.
Pero el ruido que más molesta es el silencio. Aturde. Ese silencio que recorre todo el cuerpo como el frio en una noche de invierno, sin gorro ni guantes. 

1 de julio de 2012

Pasa que vos sos una pluma y yo un fósforo que me raspás y me prendo fuego y el fuego quema a la pluma. Y está todo tan bien que hasta pienso que podríamos encajar perfectamente, como dos piezas de rompecabezas, vos una pieza de color azul y yo rojo. El azul es tranquilidad;  yo soy rojo y azul, verde, violeta, fucsia, cyan, amarillo y todos los colores que vos quieras, hasta esos que ponemos en el tutti frutti y no sabemos cómo son. Y a veces de esa mezcla de colores sale un color uniforme, quizás predomina el azul y está todo bien, quizás predomina el naranja y no hay quien me frene, es más, hasta puedo formar colores nuevos. Pero otras veces todo termina en un marrón feo y en esos días nadie me banca, ni yo. Te imaginarás que si no puedo mantener un diálogo conmigo menos lo voy a poder hacer con vos, que tu serenidad me choca y me transforma o me es indiferente o me enerva. Ya te dije, todo depende del color.  
Y cuando te escribo a vos también me escribo a mi y cuando te miro a vos también me miro a mi, y a mi con vos y a los dos caminando bajo la lluvia o en un dia soleado con ojotas y ampollas en los pies. Nos miro y veo que mirás para otro lado y hasta por momentos pareciera que vos caminás por la vereda de enfrente y que en realidad estamos separados. En realidad son diferentes calles, diferentes ciudades. La verdad que me perdí y no te encuentro, no estás, o tal vez no existís. Si, eso, no existís. Existe una persona igualita a vos pero diferente y esa persona que no sos vos pero tiene tu nombre y tu cara me saluda con un beso y se queda pensando en mi. Pero no sos vos, ya te dije, es alguien que mi mente inventa. También inventa un lugar, un paisaje con muchos objetos y después nos inserta a mi y a vos o a vos y a mi (depende del color de ese dia) en ese paisaje y lo convierte en una situacion casi real. Casi real porque ahí los problemas no existen, ni la facultad, ni el trabajo ni la soledad ni lo que queda de mi vida. Pero caés en la realidad y desaparece todo. Vos, yo, los colores. Queda todo en blanco y negro hasta que me hablás y empezamos todo otra vez, desde cero. Empezamos otro juego con tus reglas o las mías, sé que a veces esto se juega a tu manera y vos lo sabés mejor que yo, que no hay certezas y que lo único que predomina es la imaginación.