13 de julio de 2012

Si fuera un cliché de película me gustaría ser el de ir corriendo a la terminal de micros, subirme a uno justo antes de que salga y pedirle a alguien que se quede porque me di cuenta de que es el amor de mi vida.

6 de julio de 2012

Pero es la espuma del café que forma un bigote arriba de tu boca mientras simulo que escucho lo que decís. En realidad escucho lo que quiero, me invento un relato que me guste a mi porque no quiero que nada arruine la imagen que tengo de vos. Y así, mientras te idealizo, tus defectos pasan por mi mente cual canciones por la radio de alguien que no está escuchando, como una señora que lava los platos y piensa en lo mucho que crecieron sus hijos.
Es todo tan infantil que lo escribiría en mi diario íntimo si tuviera, que me pondría roja de la vergüenza si alguien te nombrara, que dibujaría corazones en una hoja y combinaría tu apellido con el mio para ver si quedan bien.

2 de julio de 2012


Una hoja en blanco con un cursor titilando. Un celular que no vibra, ni suena, ni hace luces. Una página que no carga. Un mensaje que aparece como leído a las 23.47. Un puntito verde, de conectado, que desaparece. Un mail sin respuesta. 8 mails sin respuesta.
Una duda, chiquita, que empieza a crecer. Una duda enorme que ocupa toda la habitación, explota en pedacitos que vuelan por el aire hasta caer al piso y cada vez que un pedacito cae hace un ruido diferente. Ruido a granizo golpeando en un techo de chapa. Ruido a televisor cuando no hay cable. Ruido a fósforo que no enciende. Ruido a disparo.
Pero el ruido que más molesta es el silencio. Aturde. Ese silencio que recorre todo el cuerpo como el frio en una noche de invierno, sin gorro ni guantes. 

1 de julio de 2012

Pasa que vos sos una pluma y yo un fósforo que me raspás y me prendo fuego y el fuego quema a la pluma. Y está todo tan bien que hasta pienso que podríamos encajar perfectamente, como dos piezas de rompecabezas, vos una pieza de color azul y yo rojo. El azul es tranquilidad;  yo soy rojo y azul, verde, violeta, fucsia, cyan, amarillo y todos los colores que vos quieras, hasta esos que ponemos en el tutti frutti y no sabemos cómo son. Y a veces de esa mezcla de colores sale un color uniforme, quizás predomina el azul y está todo bien, quizás predomina el naranja y no hay quien me frene, es más, hasta puedo formar colores nuevos. Pero otras veces todo termina en un marrón feo y en esos días nadie me banca, ni yo. Te imaginarás que si no puedo mantener un diálogo conmigo menos lo voy a poder hacer con vos, que tu serenidad me choca y me transforma o me es indiferente o me enerva. Ya te dije, todo depende del color.  
Y cuando te escribo a vos también me escribo a mi y cuando te miro a vos también me miro a mi, y a mi con vos y a los dos caminando bajo la lluvia o en un dia soleado con ojotas y ampollas en los pies. Nos miro y veo que mirás para otro lado y hasta por momentos pareciera que vos caminás por la vereda de enfrente y que en realidad estamos separados. En realidad son diferentes calles, diferentes ciudades. La verdad que me perdí y no te encuentro, no estás, o tal vez no existís. Si, eso, no existís. Existe una persona igualita a vos pero diferente y esa persona que no sos vos pero tiene tu nombre y tu cara me saluda con un beso y se queda pensando en mi. Pero no sos vos, ya te dije, es alguien que mi mente inventa. También inventa un lugar, un paisaje con muchos objetos y después nos inserta a mi y a vos o a vos y a mi (depende del color de ese dia) en ese paisaje y lo convierte en una situacion casi real. Casi real porque ahí los problemas no existen, ni la facultad, ni el trabajo ni la soledad ni lo que queda de mi vida. Pero caés en la realidad y desaparece todo. Vos, yo, los colores. Queda todo en blanco y negro hasta que me hablás y empezamos todo otra vez, desde cero. Empezamos otro juego con tus reglas o las mías, sé que a veces esto se juega a tu manera y vos lo sabés mejor que yo, que no hay certezas y que lo único que predomina es la imaginación.