Y cuando te escribo a vos también me escribo a mi y cuando te miro a vos
también me miro a mi, y a mi con vos y a los dos caminando bajo la lluvia o en
un dia soleado con ojotas y ampollas en los pies. Nos miro y veo que mirás para
otro lado y hasta por momentos pareciera que vos caminás por la vereda de
enfrente y que en realidad estamos separados. En realidad son diferentes
calles, diferentes ciudades. La verdad que me perdí y no te encuentro, no
estás, o tal vez no existís. Si, eso, no existís. Existe una persona igualita a
vos pero diferente y esa persona que no sos vos pero tiene tu nombre y tu cara
me saluda con un beso y se queda pensando en mi. Pero no sos vos, ya te dije, es
alguien que mi mente inventa. También inventa un lugar, un paisaje con muchos
objetos y después nos inserta a mi y a vos o a vos y a mi (depende del color de
ese dia) en ese paisaje y lo convierte en una situacion casi real. Casi real
porque ahí los problemas no existen, ni la facultad, ni el trabajo ni la soledad ni lo que
queda de mi vida. Pero caés en la realidad y desaparece todo. Vos, yo,
los colores. Queda todo en blanco y negro hasta que me hablás y empezamos todo otra vez, desde cero. Empezamos otro juego con tus
reglas o las mías, sé que a veces esto se juega a tu manera y vos lo sabés mejor que yo, que no hay certezas y que lo único que predomina es la imaginación.
1 de julio de 2012
Pasa que vos sos una pluma y yo un fósforo que me raspás y me
prendo fuego y el fuego quema a la pluma. Y está todo tan bien que hasta pienso que podríamos encajar perfectamente, como dos
piezas de rompecabezas, vos una pieza de color azul y yo rojo. El azul es tranquilidad; yo soy rojo y azul, verde, violeta, fucsia,
cyan, amarillo y todos los colores que vos quieras, hasta esos que ponemos en
el tutti frutti y no sabemos cómo son. Y a veces de esa mezcla de colores sale un color uniforme, quizás predomina el azul y está todo bien,
quizás predomina el naranja y no hay quien me frene, es más, hasta puedo formar
colores nuevos. Pero otras veces todo termina en un marrón feo y
en esos días nadie me banca, ni yo. Te imaginarás que si no
puedo mantener un diálogo conmigo menos lo voy a poder hacer con vos, que tu
serenidad me choca y me transforma o me es indiferente o me enerva. Ya te
dije, todo depende del color.