2 de julio de 2012


Una hoja en blanco con un cursor titilando. Un celular que no vibra, ni suena, ni hace luces. Una página que no carga. Un mensaje que aparece como leído a las 23.47. Un puntito verde, de conectado, que desaparece. Un mail sin respuesta. 8 mails sin respuesta.
Una duda, chiquita, que empieza a crecer. Una duda enorme que ocupa toda la habitación, explota en pedacitos que vuelan por el aire hasta caer al piso y cada vez que un pedacito cae hace un ruido diferente. Ruido a granizo golpeando en un techo de chapa. Ruido a televisor cuando no hay cable. Ruido a fósforo que no enciende. Ruido a disparo.
Pero el ruido que más molesta es el silencio. Aturde. Ese silencio que recorre todo el cuerpo como el frio en una noche de invierno, sin gorro ni guantes.